Los intentos de cuantificar exactamente lo que estamos ganando y perdiendo a través de nuestras pantallas a veces pueden parecer desconcertantemente estériles.
En un nuevo artículo escrito por un equipo de investigadores de la Universidad de Bath y publicado la semana pasada en la revista Cyberpsychology, titulado: Tomarse un descanso de una semana de las redes sociales mejora el bienestar, la depresión y la ansiedad.
En el artículo se aplica un estándar para estudiar el impacto de las redes sociales en los humanos mediante un ensayo de control aleatorio. Los investigadores reunieron a 154 voluntarios con una edad media de 29,6 años.
Los dividieron al azar en un grupo de intervención , al que se le pidió que dejara de usar las redes sociales durante una semana (con un enfoque en particular, en Facebook, Twitter, Instagram y Tik Tok) y un grupo de control al que no se le dieron esas instrucciones.
Al final de esa semana, los investigadores encontraron “diferencias significativas entre ambos grupos” tanto en el bienestar, la depresión como en la ansiedad: Al grupo de intervención le fue mucho mejor en las tres métricas.
Estos resultados se mantuvieron incluso después del control de las puntuaciones de referencia, así como de la edad y el género.
Los investigadores descubrieron además que podían obtener mejoras más pequeñas; pero aún significativas, en la depresión y la ansiedad haciendo que los usuarios simplemente redujeran el tiempo que pasan en Twitter y TikTok.
Los mayores efectos, sin embargo, provinieron de la abstención total.
Dado el diseño simple del estudio y los claros efectos que reveló, el mensaje parece ser claro: Las redes sociales dañan la salud mental.
Lo que motiva una pregunta obvia, ¿Por qué insistimos en encogernos de hombros y seguir tratando el uso de estas herramientas como una especie de necesidad cívica y profesional ineludible?