Un equipo de astrónomos dirigido por Anna McLeod de la Universidad de Durham (Reino Unido) anunció el descubrimiento del primer disco de acreción extragaláctico que orbita alrededor de una estrella en la Gran Nube de Magallanes.
Se trata de una galaxia enana situada aproximadamente a 179.000 años luz de la Vía Láctea.
Los discos de acreción son una etapa normal en el desarrollo de una estrella y su sistema planetario. Se forman a partir de densos cúmulos en nubes de gas molecular y polvo en el espacio interestelar.
Cuando la masa se vuelve lo suficientemente densa, colapsa bajo la influencia de la gravedad, comienza a girar y atrae más material de la nube que la rodea. Este material se organiza formando un disco alrededor del ecuador de la estrella y cae dentro de él en un flujo más controlado y constante.
Aunque los procesos de formación estelar se consideran universales, hasta ahora los astrónomos no han podido observarlos fuera de nuestra galaxia. “Cuando vi por primera vez evidencia de una estructura giratoria en los datos de ALMA, no podía creer que hubiéramos descubierto el primer disco de acreción extragaláctico. Fue un momento especial”, dijo McLeod.
Para buscar el disco estelar extragaláctico, los investigadores utilizaron datos obtenidos con el instrumento MUSE (Multi Unit Spectroscopic Explorer) del Very Large Telescope, que reveló evidencia de un chorro en un sistema llamado HH 1177. Luego utilizaron el potente ALMA (Atacama). Radiotelescopio Large Millimeter/submillimeter Array) para buscar signos de rotación.
Los datos de ALMA mostraron claros signos de rotación, lo que permitió a los investigadores determinar que la estrella era muy joven y masiva, y todavía estaba alimentada por el disco que la rodeaba.
Curiosamente, el disco de HH 1177 se puede ver en longitudes de onda ópticas, lo que lo distingue de los discos protoestelares descubiertos en la Vía Láctea. Esto se debe al entorno interestelar de la Gran Nube de Magallanes, donde hay mucho menos polvo, por lo que la estrella HH 1177 no está tan envuelta en material como suele ocurrir con las estrellas jóvenes y masivas de la Vía Láctea.
Este descubrimiento tiene implicaciones importantes para estudiar no sólo cómo se forman las estrellas en diferentes entornos, sino también las limitaciones que estos entornos pueden imponer a la formación estelar en general.
“Estamos en una era de rápidos avances tecnológicos en el campo de los objetos astronómicos. La oportunidad de estudiar cómo se forman las estrellas a distancias tan increíbles y en otra galaxia es muy emocionante”, afirmó McLeod.







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